Año:2010 Pg:231-236 |
Título: La placeta del Santíssim.
Autor: Esteve Llácer, María Periodo: História Contemporánea Materia: Urbanismo Siglos: XIX; XX Tema: Estudios y documentos-Urbanisme Idioma: Castellano Vista prévia
María Esteve Llácer
La placeta del Santíssim La placeta del Santíssim tenía historia, esa historia que cualquier calle de cualquier pueblo ha creado con las vivencias, los usos, las costumbres, las alegrías y las penas de los vecinos que vivían en ella. Hoy, mirando su desolado aspecto y ocupados los solares de las antiguas casas por los coches, nadie pensaría que en esa plaza, durante muchos años, hubo alegría, gente que no sólo vivía sino convivía y le daba vida. La plaza, presidida por la iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, a la sazón única parroquia del pueblo y cuya vecindad con la placeta la unía a ella, se comunica con el Castillo Palacio por el amplio pasillo en forma de arco que le sirve de atrio. Desde las torres, las viejas almenas asomadas a los tejados de las casas agrupadas junto a él, parecían mirar los juegos de los niños, las mujeres cosiendo a las puertas de sus casas, o tendiendo la ropa y llenándola de vida con sus gritos. Sí, tenía vida, su suelo de tierra tenía vida como la tenía también la vieja fuente de hierro donde los habitantes de las casas a las que aún no había llegado el agua corriente, llenaban sus cubos y cántaros; y tenían mucha vida las dos hermosas acacias que flanqueaban la fuente, acacias que guardaban secretamente su aroma durante el invierno, para derramarlo abriendo sus racimos de hermosas flores blancas al llegar la primavera, llenando el aire de la plaza con su intenso olor que se expandía hasta las cercanas calles. Paso muchas veces por la placeta y cada vez que lo hago, una voz disfrazada de años me permite viajar por aquellos días en que mi deseo de niña me lle- 231 vaba hasta la azotea de las torres del castillo, donde me parecía oir, flotando en el aire, las voces de bellas damas con hermosísimos trajes y las de los valientes guerreros con sus relucientes armaduras. Durante 28 años fue mi casa y la de todos cuantos teníamos allí nuestra vivienda, puesto que nuestra vida se desarrollaba en ese espacio abierto que pertenecía a todos y cada uno de los que allí vivimos jugamos y crecimos. SUS VECINOS De sus vecinos, podría decirse que desde hacía muchísimos años, habían sido pocos los cambios. Yo recuerdo durante los primeros años en que mi familia se instaló allí, allá por los años veinte, que vivía en la casa que formaba rincón con el Sindicato de Labradores la familia de Julia Martí la tia Julieta que tenían una tiendecita de alpargatas; al poco tiempo se mudaron de casa y ésta fue habitada por Pere, el del Hostal, de quien sólo recuerdo a su hija pequeña, Presentación, porque mi padre le tenía gran cariño, cosa que todavía me recuerda cada vez que la veo, pues afortun(...) |